Tras la Segunda Guerra Mundial, los franceses se lanzaron a un programa de rearme sin precedentes, especialmente su fuerza áerea. Esto tiene consecuencias hasta nuestros días. En los años 40 y 50, en un momento en que la aviación avanzaba a un ritmo frenético, aparecieron unos chismes realmente originales, y el Trident (nada que ver con el avión de pasajeros posterior) es uno de los que más.
Los alemanes habían usado durante la guerra el Messerschmitt Me 163 Komet con un solo motor cohete, que era un peligro. Los franceses comprendieron que necesitaban añadir algo de fiabilidad y duración al concepto de interceptor puro, que por otra parte les parecía imprescindible. Y más teniendo en cuenta los bombarderos y las armas nucleares que estaban desarrollando los rusos. Así que el Ejército del Aire (Armée de l'Air) encargó a SNCASO, o comunmente Sud Ouest, un avión que llevara motor cohete y también propulsión auxiliar con turboreactores. La idea era detectar a los bombarderos malos, subir a toda leche y lanzarles misiles para destruirlos.
El resultado fue el Trident de 1953. Un fuselaje en forma de bala, unas ¿alas? con forma de puerta de establo, con los reactores en el extremo, y un motor cohete SEPR (Société d'Etudes pour la Propulsion par Réaction) en la cola. Las últimas versiones Trident II del espectacular y futurista chisme consiguieron a finales de los 50 velocidades de casi mach 2, alturas de 26.000 metros y sobre todo una capacidad de subir hasta 15.000 metros en 2 minutos y 15 segundos. Piénsenlo un momento.
Pero el futuro no iba por ahí. Los franceses apostaron por el mucho más prometedor Mirage, que en varias versiones también llegó a utilizar para la función de intercepción versiones más avanzadas del motor cohete SEPR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario